La Mundaka Upanishad o Munda
Upanishad pertenece al Atharva Veda y se estima que fue compuesta
por alguna orden de ascetas, que se distinguían por el hecho de afeitarse parte
de la cabeza, distintivo éste que da su nombre a la Upanishad (munda
= calvo) y a que se hace referencia en la última estrofa del texto.
La Mundaka Upanishad es
una de las más apreciadas, por la pureza con que expone las doctrinas
upanishádicas y por la belleza e inspiración mística de muchos de sus versos.
Se compone de tres capítulos,
divididos a su vez en dos secciones cada uno.
Texto
PRIMER CAPÍTULO. SECCIÓN PRIMERA.
I.1.1. De entre los dioses, brahmâ nació el primero, hacedor de
todo, guardián del universo. El enseñó a Atharva, su hijo mayor, la ciencia de brahman, fundamento de toda sabiduría.
Brahmâ es un dios
personal, creador y regente del universo, diferente de brahman, lo absoluto.
I.1.2. La ciencia de brahman, que brahmâ reveló a Atharva,
Atharva se la transmitió a Angir en tiempos lejanos. Éste se la
enseñó a Bhâradvâja Satyavâha, y Bhâradvâja a su vez a Angiras.
I.1.3. Shaunaka, un importante jefe de familia, acercándose a Angiras,
con gran reverencia, le preguntó: ¿señor, qué es aquello con cuyo conocimiento
todo se vuelve conocido?
I.1.4. Angiras le dijo: Los que conocen a brahman dicen
que hay dos clases de sabiduría: la superior y la inferior.
I.1.5. De ellas, la inferior son los cuatro vedas, la fonética (siksha),
el ritual (kalpa), la gramática (vyakarana), la etimología (nirukta),
la métrica (khandas), la astronomía (gyotisha), las leyendas y
los purânas, la lógica, la investigación filosófica y los tratados de la
ley. La superior es aquella por lo cual es alcanzado lo imperecedero (brahman).
I.1.6. Lo que no se puede ver ni tocar, que no tiene familia ni casta,
ni ojos ni oídos, ni manos ni pies, eterno, omnipresente, omnipenetrante, muy
sutil, inalterable; y que los sabios consideran el origen de todo lo que
existe.
I.1.7. Así como la araña emite y reabsorbe su hilo, las plantas salen de
la tierra y los pelos del cuerpo humano, así también todo surge de lo
imperecedero.
I.1.8. Por el el calor de la meditación (tapas) brahman se
expande. De él nace la materia primordial; de la materia el aliento vital (prâna),
la mente, la verdad, los mundos y la inmortalidad en los actos rituales.
I.1.9. Brahman, el nombre, la forma y la materia primordial nacen
de aquel que todo lo conoce, que todo lo observa, cuyo tapas esta hecho
de conocimiento puro.
PRIMER CAPÍTULO. SECCIÓN SEGUNDA.
I.2.1. Esta es la verdad: los actos que los sabios oyen mencionar en los
versos sagrados (mantras), están expresados de muchas maneras en la
tríada. Practicadlos constantemente, vosotros que deseáis la verdad. Ese es
para vosotros el camino hacia el mundo del acto meritorio.
Se refiere a los actos
rituales o ceremonias establecidos por los videntes (rishis) védicos en
los versos (mantras) de los tres vedas que contienen
prescripciones relativas a los actos rituales que deben realizarse. Aunque
ahora recomienda la realización de prácticas rituales, mas adelante les restará
valor.
I.2.2. Cuando se elevan las llamas del fuego sagrado, entonces, se debe
colocar sus ofrendas entre dos porciones de manteca clarificada (gee).
I.2.3. Si la ofrenda al fuego sagrado (agnihotra) no va
acompañada de las ceremonias correspondientes de la luna nueva, o la luna
llena, o los cuatro meses, o las primicias de la primavera; si no hay invitados
presentes; si la ofrenda del sacrificio se deja por hacer o no se hace según
las reglas, o no va acompañado del homenaje a todos los dioses, entonces el
oferente no alcanza el galardón de los siete mundos.
I.2.4. Las ondeantes llamas del fuego sagrado son siete: la negruzca, la
terrible, la rápida como el pensamiento, la muy roja, la que es del color del
humo, la chispeante y la divina de todos los reflejos.
I.2.5. Las llamasconvertidas en rayos de sol, llevan, adonde está la
excelsa morada del señor de los dioses, a aquél que realiza los ritos mientras
ellas brillan, entregando las ofrendas en el momento conveniente.
I.2.6. Al que sacrifica, las ardientes ofrendas se lo llevan por los
rayos del sol, diciéndole: “ven”, “ven”. Dirigiéndole palabras agradables, le
rinden homenaje. Ese es, para vosotros, el mundo de brahmâ, auspicioso,
afortunado.
I.2.7. Pero en verdad que son débiles esos barquichuelos, dieciocho en
número, que tienen forma de sacrificio, y en los que se dice que está el acto
inferior. Aquellos insensatos que lo consideran como lo mejor, entran de nuevo
en la vejez y en la muerte.
Con los dieciocho
barquicuelos se refiere a un número arbitrariamente fijado de los ritos
existentes.
I.2.8. Viviendo en la ignorancia, considerándose a sí mismos como
inteligentes y sabios, los insensatos van de un lado para otro sin propósito ni
designio, como ciegos conducidos por su ceguera.
I.2.9. Divagando por senderos de irreflexión, piensan los necios: “hemos
alcanzado la meta de la vida”. Por estar dedicados a los actos rituales, nubes
de pasión les ocultan el conocimiento; por eso, triste es la caída, cuando sus
mundos destruidos caen del cielo.
Una vez que se agotaron
los méritos acumulados que hicieron que se reencarnarna en alguno de los cielos
de los dioses, esos cielos, los mundos que transitoriamente alcanzaron, teminan
para ellos.
I.2.10. Creyendo que el bien supremo lo constituyen el sacrificio y los
actos rituales, los irreflexivos no ven la senda superior, En verdad que
reciben la recompensa del fruto de sus actos piadosos en la cúspide del
firmamento, pero caen de allí y vuelven a entrar en este mundo o en uno
inferior aún.
I.2.11. Pero quienes con fe practican la meditación en la soledad de la
naturaleza, serenos, sabios, sin deseo por las riquezas terrenales y de pureza
refulgente, traspasan las puertas del sol, hacia la morada del inmortal, el ser
supremo, el âtman inalterable.
I.2.12. Al ver los mundos de la creación, el brahman ha de llegar al renunciamiento. Lo que esta por encima de
la creación (no hecho), no puede lograrse mediante la acción. Para conseguir el
conocimiento, debe ir pues, con un leño en la mano, a donde un maestro
instruido y absorto en la contemplación de brahman.
Lo no hecho es el ser
supremo, que carece de nacimiento y de origen, el cual no existe gracias a lo
que ha tenido creación. Tampoco nada que haya tenido creación puede hacernos
llegar a él.
El discípulo debía reunir leña en el bosque para alimentar el
fuego de su maestro.
I.2.13. Entonces, cuando el discípulo se le haya acercado como es debido,
con la mente serena y lleno de paz, ese sabio le ofrecerá la ciencia de brahman tal como es, por la que puede
reconocer al ser supremo (purusha),
imperecedero, real.
SEGUNDO CAPÍTULO. SECCIÓN PRIMERA.
II.1.1. Esta es la verdad: así como de un llameante fuego surgen sin
cesar millares de chispas que tienen su misma
esencia, así, oh amigo, de lo imperecedero nacen infinidad de seres que luego
vuelven de nuevo a él.
II.1.2. Esplendoroso, por encima de la forma es el ser supremo; está en
el interior y en el exterior de todas las cosas, sin nacimiento; mas allá del
aliento vital (prâna) y de la mente;
puro; está mucho mas allá de lo imperecedero.
El ser supremo (purusha), dios personal, es concebido
como superior a lo imperecedero, entidad impersonal.
II.1.3. De él nace el aliento vital, la mente y los sentidos de todos
los seres; de él emana el espacio, el viento, la luz, las aguas y la tierra,
soporte de todo.
II.1.4. El fuego (el firmamento) es su cabeza; la luna y el sol, sus
ojos; los puntos cardinales, sus oidos; los sagrados vedas, su voz; el
viento, su aliento vital; y el universo entero, su corazón; de sus pies nace la
tierra. Es el âtman que mora en todos
los seres.
El ser supremo (purusha) mora en el interior de cada hombre
como un principio espiritual individual (âtman).
II.1.5. De él nace el fuego (agni); su germen es el sol. De él
emana la luna (soma), y de ésta la lluvia, y todas las hierbas que están
en la tierra y dan alimento al hombre. El hombre fecunda a la mujer, y así se
crean una infinidad de seres que proceden del ser supremo.
II.1.6. De él nacen los versos del rig-veda, las melodías del sama-veda
y las fórmulas rituales del yajur-veda; los ritos iniciatorios, los
sacrificios, todas las ofrendas de animales y el dinero que se da a los
sacerdotes; el año también sale de él, así como el que sacrifica, los mundos en
que la luna alumbra y aquellos en que el sol.
II.1.7. De él han nacido de diversas maneras, los dioses, los genios (sadhyas),
los hombres, el ganado, los pájaros, la expiración y la inspiración de todos
los seres vivos, el arroz y el trigo, el ascetismo, la fe, la verdad, la
experiencia y la ley.
Los sadhyas son
seres sobrenaturales.
II.1.8. De él nacen los siete soplos vitales, las siete llamas, las
siete clases de combustible, las siete ofrendas y los siete mundos en que
circulan los alientos vitales que están en el fondo del corazón, colocados de
siete en siete.
Generalmente se dice que
los alientos vitales son cinco. Las siete llamas se citan en la estrofa I.2.4.
Las siete ofrendas es un número arbitrariamente fijado.
II.1.9. De él provienen los océanos y las montañas, de él fluyen los
ríos de toda especie; de él nacen todas las hierbas, y la esencia de todo
(savia) gracias a la cual se mantiene en los seres el âtman interior.
La savia, la esencia de
los alimentos, hace posible que el hombre viva y que su àtman no lo
abandone para encarnarse en otro cuerpo.
II.1.10. El ser supremo, en verdad, lo es todo; la acción, el ascetismo
(tapas), el brahmâ creador y la inmortalidad. Aquel que sabe que
él mora en lo recóndito de su ser destruye la cadena de la ignorancia, aun en
la presente vida humana, oh amigo.
Esta estrofa identifica
al ser supremo con brahman.
SEGUNDO CAPÍTULO. SECCIÓN SEGUNDA.
II.2.1. Es el gran fundamento, que se ha manifestado, pero que “reside
invisible en lo más recóndito del ser”. En él se halla todo cuanto se mueve,
cuanto respira y cuanto ve. Conocedlo como todo lo que es y todo lo que no es,
como el fin del deseo amoroso que está más allá de la comprensión, como lo más
elevado, lo mejor de todos los seres.
Toda esta sección se
refiere a brahman (lo imperecedero) y
no ya al ser supremo (personal). Brahman mora en el corazón del hombre,
en cuanto espíritu individual o âtman.
II.2.2. Aquel que es brillante y mas sutil que lo sutil; en él se hallan
todos los mundos y los seres que contienen; es el eterno brahman, el aliento vital, la palabra y la mente. Es la verdad y la
vida inmortal. Eso es lo que se debe alcanzar. ¡Alcanza la meta, oh amigo!
II.2.3. Eleva el gran arco de las upanishads, coloca en él la
flecha afilada por la devoción; extendiéndolo concentrado en él y deja volar la
flecha al centro del blanco, al espíritu imperecedero.
El arco son las upanishads
o la sílaba sagrada “om”; la flecha, el âtman afilado, es decir, purificado, por la devoción a los dioses;
la mente extiende el arco, es decir medita en las enseñanzas upanishádicas; y
el blanco es brahman. La mente debe
identificarse con brahman, es decir
absorberse en él, mediante la meditación.
II.2.4. La sílaba sagrada “om” es el arco, la flecha es âtman y brahman el centro del blanco. Así como la flecha se hace uno con el
blanco, éste es alcanzado por quien esta en perfecta meditación.
II.2.5. En él se entretejen el cielo, la tierra, el espacio y la mente
con todos los alientos vitales. Reconócelo como el uno y deja de lado todas las
demás palabras. El es el puente hacia la inmortalidad.
II.2.6. Ahí donde concurren todos los canales sutiles del cuerpo, como
los rayos de una rueda en su eje, ahí se mueve en el interior, transformando su
estructura única en multitud. Medita en “om”, en el âtman, en tu auténtico ser. ¡Glorificado seas, cruza al otro lado,
mas allá de las tinieblas!
Donde concurren todos los
canales sutiles del cuerpo es el corazón, la sede de âtman, según las teorías fisiológicas de la época.
II.2.7. Aquel âtman que todo
lo sabe, que todo lo conoce, a quien pertenece la grandeza en la tierra, se
encuentra en la ciudad divina de brahman,
en la región del corazón humano.
II.2.8. Se convierte en mente, conduce el aliento vital y el cuerpo,
mora en el alimento, controla el corazón. Los sabios lo ven por medio del
conocimiento, a él cuya forma es la felicidad, inmortal y resplandeciente.
II.2.9. Cuando se le ha visto a él que todo lo abarca, se rompen las
cadenas del corazón, se desvanecen todas las dudas y el karma deja de actuar.
II.2.10. En la suprema mansión dorada esta brahman, indivisible y puro. Es
brillante, la luz de las luces, aquello que conocen quienes conocen al âtman.
II.2.11. Ahí no brilla el sol, ni la luna ni las estrellas; ahí no
brillan los relámpagos y mucho menos los fuegos terrenales. Él brilla y, gracias
a él, todo brilla; por su resplandor, todo resplandece.
II.2.12. Brahman inmortal se difunde a lo lejos delante y detrás
de nosotros, a la derecha y a la izquierda, por encima y por debajo. En verdad,
brahman es todo esto y mucho más, es
lo supremo entre los supremos.
TERCER CAPÍTULO. SECCIÓN PRIMERA.
III.1.1. Hay dos aves, inseparables amigas, que están posadas en un
mismo árbol. Una de ellas come sus sabrosos frutos, mientras la otra la
contempla en silencio.
III.1.2. La primera es el alma humana, la cual reposa en el árbol y,
aunque activa, se siente triste por su irreflexión; pero, al contemplar el
poder y la gloria del espíritu superior, queda libre de aflicción y de toda
clase de temor.
III.1.3. Cuando el sabio vidente contempla en su glorioso esplendor al
creador y señor de este mundo, al ser supremo, entonces, trasciende los límites
del bien y del mal y alcanza en su pureza la unidad suprema.
III.1.4. En silenciosa admiración los sabios lo ven como la vida
ardiente de toda la creación. El más grande vidente de brahman es el que, haciendo su labor como labor santa, en dios, en
el âtman, en el propio ser, halla
completa y gozosa paz.
III.1.5. Ese âtman debe ser
alcanzado por la verdad y el ascetismo (tapas), de donde proceden la verdadera
sabiduría y el control de los sentidos. Los ascetas que son puros lo contemplan
en el interior de su cuerpo, en su gloriosa y luminosa pureza.
III.1.6. La verdad prevalece, no la mentira. La verdad es el camino que
lleva hacia los dioses, y por él van los sabios que han satisfecho sus deseos a
donde está el supremo tesoro de la verdad.
III.1.7. Es inmenso, esplendoroso, de forma inimaginable, mas sutil que
lo sutil, y resplandece. Está lejos, muy lejos; y está aquí, muy cerca, para
aquellos que lo pueden ver, escondido en lo más recóndito de su ser.
III.1.8. No se puede ver con los ojos ni puede revelarse en palabras.
Los sentidos no pueden alcanzarlo, ni la austeridad, ni los rituales sagrados.
Pero el que es de índole pura le puede ver con la serena luz del conocimiento
que proporciona la auténtica meditación.
III.1.9. Ese âtman sutil puede
ser conocido por la mente cuando los cinco sentidos están en completo reposo,
pues cada pensamiento de los hombres está entrelazado con los sentidos; mas cuando
los pensamientos son purificados, resplandece ese âtman.
III.1.10. Cuando un hombre cuya naturaleza ha sido purificada alcanza
ese estado, todo aquello que desea es obtenido. Por consiguiente todos aquellos
que deseen la felicidad deben alabar al que conoce al âtman.
TERCER CAPÍTULO. SECCIÓN SEGUNDA.
III.2.1. Aquel conoce esa suprema morada de brahman, donde todas las formas están contenidas y todo brilla en
su máxima plenitud. Los sabios que adoran al ser supremo, libres de deseos,
escapan al nacimiento.
III.2.2. La persona cuya mente divaga ansiosa, apeteciendo objetos
deseables, vuelve a la rueda de la vida y la muerte, de acuerdo con sus deseos.
Pero aquél que supera sus deseos y es consciente del verdadero ser interior,
verá incluso en esta misma vida, desvanecerse todos sus deseos.
III.2.3. El âtman no puede ser
alcanzado por las enseñanzas sagradas, ni por la comprensión o el estudio. Sólo
puede ser alcanzado por aquel a quien él elige. Sólo a aquél el âtman revela su esencia.
III.2.4. El âtman no puede ser
alcanzado por los débiles, los negligentes o los que practican una meditación
incorrecta. Sólo penetra en la morada de brahman
el âtman de aquel sabio que se
esfuerza por estos medios.
El sabio debe poseer
energía y disciplina para practicar la adecuada meditación.
III.2.5. Una vez que los sabios alcanzan el lugar supremo, gozosos en su
conocimiento, se sienten en paz, con sus pasiones desvanecidas. Encontrando al
omnipresente en todo lugar, firmes y concentrados, los sabios penetran en el
Todo.
Brahman es el Todo, la
totalidad del ser.
III.2.6 . Los ascetas, que han determinado, el sentido (del âtman) gracias al conocimiento del vedànta,
con su ser purificado por medio del yoga del renunciamiento, en el momento de la
muerte, se liberan completamente y alcanzan la vida suprema e imperecedera, la
verdadera paz.
III.2.7. Las quince formas retornan a su origen, y los sentidos vuelven
a su divinidad correspondiente. Las acciones y el propio âtman con todo su conocimiento, se unifican en el supremo
inalterable.
III.2.8. Igual que los ríos fluyen y acaban por desaparecer en el
océano, perdiendo su nombre y forma, así también el sabio, liberándose del
nombre y de la forma, penetra en el esplendor del ser supremo que es más grande
que todas las grandezas.
III.2.9. Aquel que conoce a este supremo brahman, se convierte en brahman.
En su entorno no habrá nadie que ignore a brahman.
Trascenderá el dolor y el mal, se liberará de las cadenas del corazón y se
volverá inmortal.
III.2.10. Esto dice una estrofa sagrada: “que sea revelada esta ciencia
de brahman sólo a aquellos que
practican las ceremonias religiosas, conocen los vedas, están absorbidos
en la contemplación de brahman, se
sacrifican a sí mismos al sabio único y están llenos de fe, una vez que han
cumplido, como es debido, con el voto de (afeitarse) la cabeza”
Hace referencia al voto
de los ascetas de cabeza rapada que da nombre a la upanishad.
III.2.11. Esta verdad la enseñó el sabio Angiras en otro tiempo.
No debe aprenderla quien no cumpla sus votos. Honor a los supremos sabios,
honor a los supremos sabios.
Fuentes consultadas:
— Advaita
Vedanta Library (http://www.geocities.com/advaitavedant/mundaka.htm),
trad. por Swami Gambhirananda.
— The
Traditional Yoga Studies (http://www.yrec.info/Scriptures_Mundaka-Upanishad.php),
trad. por Max Muller.
— Sitio
web “Osho en castellano” (http://www.oshogulaab.com/HINDUISMO/TEXTOS/MUNDAKA-UPAN.zip)
—
Mascaró, Juan “Los Upanishads”; Editorial Diana S.A.
— Tola,
Fernado “Filosofía y Literatura de la India”
— Sitio
web “Primera Puerta” (http://quiron_alvar.tripod.com/mundaka2.htm) © Jose Antonio Offroy – “Yogadarshana-Yoga y Meditación: www.yogadarshana.tk” |